Una de las cosas que aprendí cuando comencé a tomar conciencia social allá por los 70, es que en el capitalismo todo se vende, hasta el límite que se vende a sí mismo. Vende su propia imagen y no importa que esa imagen sea buena o mala. El capitalismo vende hasta sus enemigos. ¿Quién no ha visto la imagen del Che en camisetas, cervezas, abrebotellas, o los mensajes antinucleares en camisetas y anuncios?. Se ha vendido hasta la imagen de los drogadictos o enfermos de SIDA moribundos por medio de una marca europea de moda. No tiene límite. Es su esencia, vender, vender y vender. Si no vende el capitalismo no funciona.
Este modelo de hiperdesarrollo tiene sus consecuencias. En 250 años de era industrial que llevamos, el ser humano ha vertido mas contaminación a la atmósfera que en toda su historia si consideramos como tal, la que comienza con el Homo habilis hace unos 2,5 millones de años. Para hacernos una idea mas concreta, si comprimiéramos esos 2,5 millones de años en 24 horas, la era industrial aparecería los últimos 8,64 segundos antes de que acabe el día. En esos últimos segundos de ese imaginario día, hemos hipotecado el futuro de generaciones venideras, lo que nunca ha ocurrido en la historia del ser humano. Dicho de otra forma, lo que no hicieron 83.000 generaciones anteriores de seres humanos, en las ultimas 7 hemos hipotecado el futuro del resto de nuestro descendientes. Todo un desatino.
Puede tener excusa el que nuestros ascendientes no supieran el daño que causaban, pero hoy en día tenemos los conocimientos suficientes para saber lo que estamos haciendo. Mas de 2.000 científicos del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) pronostican un futuro incierto para el ser humano, por un incremento de varios grados de temperatura. Si este incremento lo mantenemos en dos grados, los daños son graves pero asumibles. Si se incrementa aún mas, las consecuencias serán desastrosas y millones de personas perecerán en dos generaciones como máximo.
Ante este triste panorama ¿que se está haciendo para evitar lo casi inevitable?.
En el año 1997 se adoptó en la ciudad de Kioto, Japón, un acuerdo que ha sido ratificado por 187 países, EE.UU. y China aún no lo han firmado, para reducir un 5% las emisiones antes del 2012 con respecto a las que había en 1990. Para conseguir estas reducciones se estableció el llamado Comercio de Derecho de Emisión, que consiste en que los países o empresas que se pasan en las emisiones establecidas pueden pagar a las que no han alcanzado esos límites. Es el comercio del clima, todos los países están de acuerdo en que el clima es un producto en venta. En estos días se ha celebrado una reunión internacional en Cancún donde se vuelve a manifestar por enésima vez la incapacidad de los gobiernos para frenar el incremento de la temperatura del planeta. Se acuerdan cosas importantes pero no vinculantes, exepto la creación de un Fondo Verde de ayuda a los países en vías de desarrollo como compensación para no talar sus bosques.
Los acuerdos de Cancún suponen un paso adelante respecto a la fracasada reunión de Copenhage, pero insuficiente. El hombre, porque son varones los que deciden, está actuando como un grupo de médicos que tienen un enfermo encima de la mesa. Todos saben que se va a morir y que hay que actuar porque el tiempo se acaba, pero se dedican a discutir entre ellos sin tomar una decisión. Solamente la Unión Europea es la que tira del carro. Nuestras sociedades están muy sensibilizadas con este problema y presionan a sus gobiernos, que a su vez han tomado conciencia, ya que países europeos se verán afectados con mas intensidad que en otras regiones del mundo. No en vano después de la ola de calor que sacude Europa cada verano o las inundaciones invernarles ponen en guardia a Bruselas sobre el tema.
Se tiene que dejar de ver el clima como otra fuente de intercambio económico y actuar rápidamente porque el tiempo nos va en contra y los daños que se prevén son de tal magnitud que nuestra sociedades, nuestros valores, nuestro futuro cambiará para peor y por mucho tiempo.
Todos tenemos una responsabilidad, no es justo echar la culpa a nuestros gobernantes. Nuestra forma de vida la debemos de ir cambiando poco a poco. El andar mas, el uso de la bicicleta, el de los transportes públicos, el ahorro de luz, y en definitiva, toda actuación que vaya dirigida a no contaminar es una aportación personal y una garantía de futuro por pequeña que sea.