Las victimas olvidadas
Hay victimas visibles e invisibles, pero todas son perdedoras. Nunca una victima ha triunfado, aunque aparentemente tenga una sentencia judicial justa, las consecuencias psíquicas que les queda ni son mensurables, ni son reparadas; la huella del dolor, de la angustia, la tendrán de por vida, aunque con el paso de los años su efectividad ira menguando. La psique del verdugo, si la tiene, queda impune, su huella psicológica se limitara a saber que hizo lo correcto y a lo mas arrepentirse, aunque son muy escasos los que llegan a ese estado de reconocimiento.
Cuando una mujer es amenazada y hasta que salva su vida recibe un impacto psicológico que la marcara a ella y sus hijos, las victimas olvidadas. Los hijos de los verdugos casi nadie los tiene en cuenta salvo su madre o su entorno familiar, ni la Justicia les hace justicia. A los verdugos no le son incrementada la pena por el impacto psicológico negativo hacia sus hijos, y a menos que cambie la ley hasta los puede tener bajo su custodia, es como, y salvando la distancia, si al zorro una vez matada la gallina le dieran los pollitos para cuidarlos.
No se habla estadisticamente de los hijos de la violencia machista, lo mismo que no se habla del numero de suicidios (3421, -9 diarios-) en España, que ya en 2008 superaron a los muertos por accidentes de trafico (3021). Esta macabra comparación la resalto para llamar la atención sobre las victimas de las victimas: los hijos de las madres maltratadas o asesinadas. Nadie los tiene en cuenta.
Si una mujer se encuentra indefensa ante la brutalidad del macho, los hijos incluso aun peor porque al igual que su madre se sienten culpables de la situación que viven, pero no son adultos, no tienen los recursos psicológicos de un adulto y su desastrosa huella es peor. Lo peor es que en esas edades tempranas el ser humano aprende e interioriza conductas por imitación, sin analizarlas con la madurez que no tienen, de ahí que muy probablemente de mayor repitan esa conducta que interiorizaron de pequeño.
Se habla de cambiar el código penal contra los maltratadores, no se debería de desaprovechar la ocasión para incluir a estas pequeñas victimas para que sus verdugos no se vayan de rositas. Si a los verdugos se les incluye en cursos de recuperación, que de poco sirven, se debería de programar cursos y atención psicológica con seguimiento de varios años, a las victimas que son quienes en realidad los necesitan. El verdugo primero que pague su castigo y después ya se vera.