jueves, 8 de enero de 2015

LAS MARGARITAS


LAS MARGARITAS

Se despertó como cada mañana con un buenos dias que nadie escuchó. Boca arriba hizo un estiramiento que sonaba por todos los huesecitos de su esquelético cuerpo. Miró el reloj, marcaba la hora que él esperaba, miró para el otro lado de la cama y allí estaba el ramo de margaritas que esta noche el gato había respetado. Por un lado deseaba desprenderse de ese gato que le tenía el sofá destrozado, pero lo respetaba porque era la niña mimada de su esposa.

Había escuchado hace tiempo que los gatos son tan fieles que cuando sus cuidadores mueren, ellos se entristecen y fallecen también. Esto al parecer no le afectaba y no había manera de decirle que su dueña ya no estaba, que hacia casi un año que se fué y que quien sufre su ausencia es él. Me gustaría te declararas en huelga de hambre, pero creo que no está en tu pensamiento, dijo hablándole al gato que en ese momento entraba en el dormitorio como cada mañana, a sabienda que el desayuno casi estaba listo para él.

Se levantó, sin hacer ruido y esta mañana no se vistió antes ir al baño. Era una costumbre criticada durante 45 años de matrimonio que nunca cambió. Estaba dispuesto hacerlo cuando se quedó solo, pero no lo hizo porque le gustaba escuchar en su mente a su esposa criticándole esa manía. Hoy era diferente, tenía una cita especial, ademas de ser el ultimo dia del año, debía ir aseado, limpio, bien trajeado y perfumado, no podría presentarse desaliñado. Así que se duchó, afeitó, desayunó no sin antes haberlo hecho el gato, se vistió con la camisa nueva que había comprado para la ocasión y la corbata que hacía años no usaba.

Con mucho cuidado, cogió las margaritas, dejándolas que escurrieran para no mojarse, le quitó las hojas que empezaban a tomar esa color ocre que vaticinan los últimos dias de vida, se miró en el espejo y se dedicó una sonrisa, suspirando un “por fin”.

Con paso decidido, se encaminó al salón, abrió el ventanal para que entrara el aire fresco del invierno, puso una silla debajo del mismo, se subió a la misma decidido, elevó la pierna con dificultad poniendo el zapato izquierdo en el pretil, agarrándose a la otra ventana con la mano que le quedaba libre de las margaritas, diciendo en voz no muy alta. Margarita vamos a celebrar tu cumpleaños juntos. Se empezó a empujar, cuando de pronto escuchó una vocecita que le decía “ abuelo ponme el desayuno”. Con una agilidad impropia de su edad y unos reflejos propios del niño que pillan haciendo algo indebido, retiró el pie del poyete y se bajó de la silla. Se volvió y con la tranquilidad propia de la edad y la conciencia tranquila de que no estaba haciendo nada impropio, le dijo a su nieta. Buenos dias, un beso mi niña. Ven corazón que te caliento el Colacao. La cogió de la manita y la llevó a la cocina. La subió a la encimera en el sitio que a ella le gusta estar y como cada dia empezó a prepararle el desayuno.

Abuelo, ¿que estabas haciendo en la ventana?, le preguntó. Huy nada, la abrí para coger un pajarito que estaba fuera, pero se escapó.
Abuelo, ¿`por qué estás vestido así?. Porque tenía una cita muy importante, pero ya no voy a ir.
Abuelo, ¿ por qué tenías las margaritas en la mano si ibas a coger el pajarito?, pues porque, se quedó pensando una respuesta coherente, pero estaba arrinconado por una criatura de 5 años. Dejó todo lo que estaba haciendo y la abrazó. Con lágrimas de alegria y de tristeza a la vez la besó repetidamente y le daba las gracias una y otra vez. La nieta encantada de tantos besos le correspondía con una risa contagiosa y de pronto le dijo
Abuelo, ¿tu querias mucho a la abuela Margarita?. Con la voz entrecortada y sin saber el por qué de esa pregunta, le dijo sí, hija mucho.
Abuelo, ¿ y a mi me quieres mucho?. Sí, hija mucho también.
Abuelo, pues como abras la ventana otra vez se lo voy a decir a mamá.
Otra vez acorralado por una criatura tan pequeña no encontró mas salida que hacerle cosquillas y ponerle el desayuno, no sin antes decirle a su esposa en el silencio de la mente, Gracias Margarita por salvarme. Feliz Cumpleaños tengas en el cielo con toda la gente buena que te rodea y no me espere que tarderé unos años en llegar, la margarita pequeña me necesita.

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